El teléfono no paraba de sonar, y estaba en modo altavoz.
Ella estaba terminando el peinado de una señora
evangélica, apurada por llegar al Tanatorio.
Cada llamada, con voz femenina de musicalidad cubana,
anunciaba un éxito en las “mechas”,
buenas nuevas sobre hijas, estudios y haciendas.
Él llegó de la calle.
Con sombrero panamá y bermudas.
Trajo noticias de Cuba. Hablo con fulano, mengano y
zutano.
Observó, saludó y volvió a la calle, a hacer compras para
el almuerzo.
La melodía de las voces de él y de ella, no dejaba
entrever la hostilidad acumulada durante años de pesares, luchas, fatigas y
enfermedad.
Al llegar él de la calle, con boniato y carne, surgió la
alegría y la conversación entre los tres.
Fueron de Rohani
el ganador de las Elecciones Presidenciales de Irán, a cantar estrofas de “Buche y pluma na´ ma”…
Cocinaron, lavaron y rieron.
Las cafeteras animaban el ambiente, mientras el teléfono
seguía tocando, urgente.
Sonó la alarma que habían aparejado para que la harina de
maíz, cocinada en olla exprés de
mágico vapor, no se quemara.
Entraron las dos en conversación femenina, intima.
Bailaron de Sartre a Freud, y lucharon por recordar el
término “Existencialismo”, rebuscando
en sus cabezas ajetreadas. Del Ecumenismo al Islam, y ahí la comida estuvo
lista.
Prepararon la mesa para ellas.
Él seguía en la calle…
Ilustración, Cándido Portinari-Brasil. "Mestizo"
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